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Grupos de Jóvenes Voluntarios

Puede vérselos en villa La tela sembrando huertas un sábado por la mañana, en un comedor comunitario o construyendo casas de madera. Pueden estar dando apoyo escolar en algún barrio marginal o haciendo una batucada en el centro de la ciudad, a favor de la educación sexual. Negando ese discurso reinante de que los jóvenes son cada vez más egoístas y descomprometidos, decenas de agrupaciones cuyos miembros no superan los 30 años de edad, mueven los engranajes de proyectos que buscan hacer del mundo un lugar más habitable.

Para quienes dedican su tiempo a los voluntariados y a la intervención social, no sirve escudarse detrás de cifras y encuestas que muestran cuán mal está el país para justificar la falta de compromiso social. Surcos Argentinos, Jóvenes ciudadanos, Un techo para mi país y Mediapila país, son algunos de los ejemplos de asociaciones conformadas por jóvenes autoconvocados que se proponen ayudar a que los sectores más pobres de la sociedad tengan medios para cubrir necesidades básicas, como vivienda, alimentación y a conseguir trabajo.

En positivo. Hacia 2001, Hernán Domínguez y un grupo de personas que en ese momento tenían entre 23 y 25 años, llevaron adelante el proyecto Jóvenes ciudadanos, que se proponía lograr que en 31 escuelas secundarias los alumnos crearan proyectos de ordenanza para ser presentados ante los concejales de la ciudad. La iniciativa fue exitosa e incentivó al grupo para seguir desarrollando proyectos que pusieran a los jóvenes sobre el escenario de la realidad social, generando propuestas para modificarla. Así nació Jóvenes ciudadanos, hoy formada por 150 voluntarios, que suma entre sus éxitos proyectos vinculados con la educación sexual, la violencia familiar, la actividad cívica juvenil, entre otra áreas temáticas.

Para Domínguez, el mensaje que actualmente circula en la sociedad parece ser “para qué te vas a meter si lo mismo no vas a cambiar nada”, y eso genera que “mucha gente caiga en el individualismo”. Sin embargo, para él, existen muchos jóvenes con ganas de comprometerse socialmente y que cuando uno los invita a participar, se transforman en fuertes motores de cambio. “Yo creo que hay una vocación por parte de los chicos de querer cambiar las cosas, sólo hay que generarles el espacio. Es importante participar, que los jóvenes empiecen a mostrar su pensamiento”, concluye.

Sembrar la cultura del trabajo. Surcos argentinos surgió a fines de 2004 cuando, en una charla de mate, un grupo de amigos empezó a discutir ese prejuicio de que “los pobres son pobres porque quieren”, relata Lucas García (23) miembro de la organización. “Decidimos meternos en la realidad para ver si eso era así o no, y hacer algo para cambiar la situación en la que mucha gente vivía”, explica. Un contacto con el proyecto Prohuerta, del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) los llevó a desarrollar la idea central de la organización: instalar huertas familiares en barrios carenciados de la ciudad. Así, en 2005 los chicos de Surcos empezaron a trabajar con cinco familias en villa La tela y, en la actualidad, llevan instaladas 40 huertas familiares.

Para Lucas,
si bien es cierto que en la sociedad existe una indiferencia generalizada por parte de los jóvenes con respecto a los temas sociales, esto no los diferencia de otras generaciones. “Si esto sucede entre los jóvenes puede ser porque en sus casas sus padres no les hayan inculcado el compromiso como valor fundamental”. Además, para él, hay muchas personas que se comprometen con la sociedad pero no tienen “propaganda en los medios”.

Construyendo a pulmón. Un techo para mi país es un
a iniciativa Chilena que hoy también se lleva a cabo en otros países de Latinoamérica. Se trata de una asociación civil sin fines de lucro que trabaja junto a familias que viven en situación de extrema pobreza, para mejorar su calidad de vida a través de la construcción de viviendas mínimas y planes de intervención social.

Nicolás Gallopa (27), actual director por Córdoba, empieza el diálogo reafirmando el desafío: “Para septiembre tenemos que construir 50 casas en la ciudad de Córdoba y 15 en Río Cuarto. Nosotros aportamos el capital social a las familias para, desde una posición no asistencialista, lograr un desarrollo comunitario en un trabajo compartido entre la familia y el voluntario”. Para Nicolás, en nuestra sociedad no han existido grandes espacios para realizar voluntariados. Por esta razón, en Argentina, la organización busca ofrecer un lugar concreto donde los jóvenes puedan involucrarse con la problemática social que está padeciendo nuestro país. “Si bien estamos conviviendo con una cultura que a veces lleva al egoísmo y al individualismo, hay mucha gente que sí quiere hacer otras cosas”, explica Gallopa.

Se ponen las pilas. Santiago Palau (23) se mudó a Córdoba con el objetivo de fundar en esta provincia el proyecto que hace unos años desarrolló con algunos amigos en Buenos Aires. Se trata de Mediapila país, una organización que busca darles trabajo a personas en situación de pobreza a través de la participación en talleres textiles. Mediapila país nació en 2004, a partir del golpe que produjo a José María Sarasola regresar después de cinco años de ausencia a una Argentina sumida en la pobreza. Así, en septiembre de ese mismo año José María y sus amigos levantaron un taller en el cual se confeccionan remeras, para brindar capacitación e inserción laboral a personas carenciadas. Hoy el proyecto funciona en Chacarita, provincia de Buenos Aires, en el comedor Niño Jesús, donde se producen alrededor de 1300 remeras por mes, que luego se venden al público en general.

Fuente: La Voz del Interior

» Cómo ponerse en contacto
● Jóvenes ciudadanos:
jóvenes_ciudadanos@hotmail.com
● Surcos argentinos: comunicacionsurcos@hotmail.com En la Web (en breve): www.surcosargentinos.org
● Un techo para mi país: infocba@untechoparamipais.org.ar. En la Web: www.untechoparamipais.org.ar
● Mediapila país: cadenamediapilacba@gmail.com. Bulevar San Juan 67, torre 3, departamento 13 C. Tel: 411-1956.

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