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Hasta el jueves, un arte especial te desafía a mirar.

Una semana agitada: ayer comenzó el Festival DesafiArte y mañana larga el Salón de Vidas Especiales.
Cada año se ven cosas más lindas, en el Festival DesafiArte. Capacitados y alentados por sus profesores, los alumnos de institutos de enseñanza especial les ponen alas a los pinceles; una fuerza inédita a manos que con dificultad logran asir los elementos; sonrisas a la comparsa y piruetas al circo; lágrimas a un dibujo que revela la pena escondida del autor. Gracias al apoyo de Fundación Arcor, la quinta edición se inauguró ayer con una muestra en el patio de la Legislatura, que permanecerá hasta el viernes inclusive. Con tesón y cariño, DesafiArte convocó a 70 establecimientos, que totalizan alrededor de cinco mil alumnos con diferentes impedimentos. Hay discapacitados psicomotores, sordos, no videntes y, en franco aumento, los que padecen las secuelas del abandono, la desnutrición, la falta de estímulos y de afectos. Es lo que hoy se llama "discapacidad social" y repercute en problemas de aprendizaje y en exclusión. Prácticamente la totalidad de los chicos han participado.
Entre ellos y sus familiares y maestros han copado literalmente el centro de la ciudad y barrio Güemes, con sucesivas presentaciones en la Legislatura, la Escuela Carolina Mosca (donde hoy se inaugura el Salón de Vidas Especiales), el Cabildo y el Teatro Real (ver Día por día). Los que tienen mayores dificultades han colaborado en el armado de una murga, la escenografía de una puesta o el ensayo de una orquesta que suena maravillosamente a latas y cartones. Es la agrupación musical de Delmar, un centro terapéutico que funciona desde hace 10 años en San Vicente. Este alumnado es heterogéneo. Hay muchos varones, de entre 8 y 30 años que tienen algo en común: quisieran sonar como Luciano Pereyra o Alejandro Lerner, y conquistar a esa hermosa compañerita de larga trenza negra. Los trabajos podrán apreciarse hasta el jueves.
La memoria del fuego, que plasmaron en un cuadro los chicos del Instituto Martínez Allio, es alucinante. Los logros humanos de DesafiArte también son llamativos. Ayer, la conducción del acto inaugural fue nuevamente compartida por Iván De la Colina (22), ciego y egresado de Ckari Cay. El joven está cumpliendo así "el sueño de ser locutor". Por último, es fantástico observar que la integración por el arte no tiene edad. Liliana Alborno (53), vecina de Unquillo, expone cuadros hechos a partir de su recuerdo de las flores, los barcos, el color de la tarde. Leticia Peralta (65) hace admirables artesanías en cestería china, una técnica que consiste en "tejer" tiras de papel y barnizarlas luego, para que queden como si fuera mimbre. Ambas perdieron la vista siendo ya mayores y por incurables desprendimientos de retina. Pero no se han resignado al ostracismo.
Fuente: http://www.lavozdelinterior.com.ar/defaultak.asp?edicion=/07/08/14/

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