El jueves 1 de noviembre, a las 20, Iván Ferreyra presentará su segunda novela. Se trata de "El hombre que ganaba por cansancio", publicada a través de Ediciones Recovecos, donde Ferreyra, aparte, es uno de los miembros activos.La obra, que se estrenará en el Almacén de la Memoria "Casa de Pepino", que se encuentra en Fructuoso Rivera y Belgrano, será comentada por Max Delupi y Agustín DiToffino. Además, el cuerpo de baile de APADIM aportará algunas de sus danzas, con la coordinación de Sonia Gutiérrez.
La trama está narrada en primera persona y el mismo Ferreyra, durante el encuentro que mantuvo con este diario, se encargó de aclarar que el protagonista es él, aunque las historias sean reales en algunos casos y en otros no.
Alguien se encargó de distribuir una gacetilla donde se revela que “Ferreyra fue gerente de una whiskería, vendió cestos de basura y lapiceras. Fue portero de edificio e hizo crucigramas. Fue un mentiroso escritor de horóscopos". Sin embargo, ninguno de esos oficios se constituyó en eje de la entrevista. La idea era, exclusivamente, hablar de su flamante creación.
Alguien se encargó de distribuir una gacetilla donde se revela que “Ferreyra fue gerente de una whiskería, vendió cestos de basura y lapiceras. Fue portero de edificio e hizo crucigramas. Fue un mentiroso escritor de horóscopos". Sin embargo, ninguno de esos oficios se constituyó en eje de la entrevista. La idea era, exclusivamente, hablar de su flamante creación.
La nota se desarrolló en un bar cercano al centro, en una mesa estratégicamente ubicada en la vereda a la altura de la senda peatonal de la calle. Pasaron dos chicos en moto -de rigurosos cascos- y lo saludaron a Iván, que un rato después se tuvo que ir a corregir una versión de prueba que estaba en el taller.
Hacía calor y se levantó un poco de viento. La moza prometió traer maní y, después de cobrar la consumición, nunca más volvió."No puede ser una venganza eterna de las mujeres", le dijo a Ferreyra un amigo llamado Zalo Peralta y la frase abre el texto. ¿Se enterará Peralta que su máxima y su nombre integran "El hombre que ganaba por cansancio"?
Durante el reportaje, Ferreyra, que se encargó de desmenuzar el proceso que llevó adelante para escribir su libro, aportó estas claves.
La trilogía. A esta novela la escribí antes de irme a Tucumán, donde trabajé en una whiskería. Si bien éste es mi segundo libro, ya tengo lista una trilogía sobre el suicidio.En el primer libro ("El Resentimiento") hay un tipo que se quiere suicidar y tiene resentimiento por amor y por el trabajo, que lo está consumiendo.En esta obra hay más mujeres dando vueltas. La desesperación aparece, ahora, porque el tipo no trabaja tanto y, a la vez, se quiere salvar de alguna forma. De alguna manera, considera al suicidio como una forma de salvación.
En la tercera novela, que aún permanece inédita, yo me voy a Tucumán y trabajo en un pueblo suicida. Ahí es como cierra el ciclo de la trilogía.
En primera persona. A este texto que presento ahora lo escribí durante tres meses, encerrado en un departamento, hace más de un año.Le retoqué algunas cosas y mejoré el estilo. Hay mucho de autobiografía. Se trata de mi voz y de mi visión del mundo.
El personaje es Iván Ferreyra. En la obra a veces soy un personaje y a veces soy real, pero nunca dejo de ser yo.
Optimista. Creo que en la provincia de Córdoba hay narradores muy buenos y es una lástima que no estén ocupando los espacios que deberían ocupar. Quizás sea por una cuestión económica o porque no tienen prensa.Mesas redondas. Me gusta participar en discusiones como las de la Feria del Libro (N. de R.: el autor compartió una mesa sobre "realismo sucio" con Washington Cucurto), porque me permite afianzar algunos conceptos que, muchas veces, no tengo en claro.
Es como que mi cerebro trabaja de una forma que yo no la conozco y me pregunto de dónde saqué eso.También comprobé que cuando la gente discute sobre literatura, termina hablando sobre escritores famosos. A lo mejor es por el desconocimiento que tienen de los autores locales.
Los lectores. "El resentimiento" circuló por distintos lugares. Todavía me sorprende encontrarme con gente que leyó esa novela y que me ofrece distintas impresiones sobre ella y los temas que toqué.Yo no le tenía mucha fe y, sin embargo, me encuentro con algunos lectores que me preguntan cosas sobre el libro. La llevé a colegios, a una universidad y a distintas ferias del libro del país y me impacta la mezcla de gente que leyó el libro.
Que la inocencia te valga. Hay muchas personas que se han identificado con "El Resentimiento" por el tema del suicidio. Hablé con muchos adolescentes que piensan que la vida no tiene sentido. Hay veces en que uno apunta al suicidio porque no encuentra otra escapatoria. En eso influye mucho la desesperación.Algunos comentarios me "flashearon". Hay gente que uno la ve y es Sarah Kay por la apariencia de inocentes que tienen, pero pueden llegar al hecho de conmoverse con algo así y ofrecerte una visión que te sorprende.
Autoejecución. Es muy difícil hablar del suicidio con la familia. Nadie puede plantearlo en la mesa como si fuera algo divertido.Tom Waits dijo que el suicidio lo ha hecho pasar más de una mala noche. Emile Cioran escribió que era el acto individual por excelencia.A mí me gustó abordarlo desde una óptica adolescente, asumiendo que existe un sinsentido en muchas cosas. En la primera novela era más una idea, en cambio ahora existe otro tipo de trabajo en torno a la idea. El tipo se mete de lleno y hay un límite. Te morís y después no hay nada más. Ser suicida no es divertido.
Un cadáver bonito. Mucha gente coquetea con el suicidio porque hubo estrellas de rock y del cine que se suicidaron.Ian Curtis o Kurt Cobain son tipos que quedaron como mágicos, pero después del suicidio no hay más nada. Nadie va a venir a felicitarte, ninguna mujer hermosa te va a decir: "Quiero estar con vos".
Yo llegué a sentir el dolor de querer ahorcarme o de querer tirarme desde un cuarto piso, pero para suicidarse hay que tener huevos y no tener miedo a tirarte.Hay que estar desesperado. Para mí la escritura es desesperación y catarsis. Estar inmerso en un proyecto literario te permite postergar el suicidio.
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