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"Toda mujer tiene derecho a una maternidad segura"

Reducir la mortalidad materna es aún una asignatura pendiente en América latina. Para Domínguez, eso sólo se logrará si se universalizan el acceso a métodos anticonceptivos y la atención de calidad en el parto y el puerperio.
A pesar de los esfuerzos que realizan los gobiernos de América latina para reducir la cantidad de muertes de mujeres por razones vinculadas al embarazo, parto y puerperio, la elevada tasa de mortalidad materna evidencia que este problema, incluido dentro de las metas del milenio de las Naciones Unidas, sigue siendo una materia pendiente en la región. La Argentina no es una excepción: la tasa subió en el último año.
Durante una visita a Córdoba, el mejicano Javier Domínguez, consultor en políticas de salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) para América latina y el Caribe, reseñó las nuevas estrategias para combatir este flagelo. Y recalcó el rol esencial que cumple el acceso de las mujeres y, en particular de los jóvenes, a métodos anticonceptivos.
–¿Por qué es tan difícil bajar la mortalidad materna aunque, en principio, la mayoría de sus causas son prevenibles?
–Existe una gran preocupación internacional por el poco éxito de las estrategias tradicionales para reducir las muertes maternas. Nos damos cuenta de que, a pesar de los esfuerzos, las muertes maternas siguen teniendo un impacto relevante, en lo social, sanitario y económico. Por eso se están tratando de identificar las estrategias que sí funcionan y se habla de nuevos paradigmas para la atención.
–¿Cuáles son los ejes de los nuevos paradigmas?
–Hay tres elementos centrales. El primero es entender que cualquier estrategia para reducir muertes maternas o enfermedades vinculadas a la maternidad tiene que estar basada en un enfoque de derechos: es un derecho de las mujeres y no una graciosa concesión del Estado o del sistema de salud. Todas las mujeres tienen el derecho a una maternidad segura y gozosa. Y en esto también aparece el enfoque de género, que implica entender que no todas las mujeres son iguales, que existen diferencias económicas, sociales y culturales y que, por eso, hay que tener una profunda sensibilidad cultural en la atención del parto. Esto es central. Y un segundo pilar, es la anticoncepción y la planificación familiar. –Pero en América latina la realidad es que hay mucha resistencia a estas políticas por el rol de la Iglesia y sectores conservadores que se oponen al acceso global a la anticoncepción.
¿Cómo se hace, entonces?
–Efectivamente en estas regiones la postura no sólo de la jerarquía de la Iglesia Católica, sino también de grupos conservadores que están en contra del ejercicio de los derechos, ha tenido mucho que ver. Sin embargo, en este segundo pilar, es clave entender la necesidad de que los jóvenes y las jóvenes accedan a la anticoncepción. Porque la planificación familiar en una pareja que toma la decisión sobre cuándo tener un hijo es una cosa, y otra que, en la juventud, la actividad sexual no está directamente vinculada a a la reproducción. Por lo tanto debe existir acceso universal a la anticoncepción para que las personas ejerzan su derecho a decidir libremente. Y en esto tiene que estar claro que si las cuestiones culturales o religiosas de una persona están en contra de estas prácticas, hay que respetarlo, pero no hay que tratar de imponer estos criterios a la totalidad de la población.
Debe primar el criterio sanitario.
–Primero está el derecho a decidir de manera responsable y, en función de ello, el sistema sanitario, en su responsabilidad de ser garante de los derechos, debe hacer los arreglos institucionales para que la población pueda ejercer esos derechos.
–¿Y el tercer pilar?
–También involucra al sistema de salud y se refiere a la atención calificada del parto.
–¿Eso incluye el control adecuado del embarazo y del puerperio?
–Sí, porque el 60 por ciento de las muertes maternas se dan en el puerperio, después del parto, y aproximadamente el 25 por ciento durante el parto. Después hay un 14 o un 15 por ciento de fallecimientos durante la gestación. Y esto muestra que si bien es importante la atención en todo el proceso, es clave establecer estrategias para la atención del parto y la vigilancia del puerperio. –Sin embargo, la atención del puerperio es casi nula en estos países.
–Totalmente, y de hecho es una de las razones por las cuales las mujeres fallecen después del parto. El momento más crítico es el puerperio inmediato. Pero la preocupación también es que muchas mujeres estén muriendo durante el parto, aunque sea atendido en centros de salud.
-Hay una luz roja sobre el sistema de salud.
–Roja absoluta, por una deficiente calidad de la atención del parto. Por eso se apunta a la atención calificada del parto y del puerperio, en base a protocolos aceptados a nivel internacional, garantizando la infraestructura física, los recursos humanos y financieros.
–Por fuera del sistema de salud también hay factores con fuerte impacto, ¿verdad?
–Hay un rol relevante de otros actores: los legisladores, diseñando leyes que faciliten el acceso de las mujeres a la anticoncepción; que los gobiernos garanticen que haya recursos financieros para eso; que el sistema sanitario haga un uso eficiente de esos recursos, Y también que haya un sistema educativo que permita concretar acciones de política pública como la educación sexual.

Fuente:http://www.lavoz.com.ar/defaultak.asp?edicion=/07/11/12/

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