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La TV ataca

En los últimos veinte años los medios de comunicación han pasado a ocupar un papel cada vez más relevante en la sociedad: construyen la agenda pública, generan opinión política, movilizan intereses económicos, estimulan corrientes de consumos culturales y, entre otras cosas, últimamente algunos intervienen en la promoción de políticas de seguridad ciudadana.

Entre todos los MMC, la televisión se destaca porque permite la concurrencia de imágenes y sonidos que llegan a millones de espectadores. Sin embargo, más allá de la trascendencia que se le ha adjudicado, la TV se ha vuelto el centro de las críticas y de los análisis.

Son varias las posturas que se enfrentan en la lucha simbólica por establecer el lugar que ocupa y el que idóneamente debería ocupar la televisión en la vida de las personas. Hay al menos dos posturas que parecen ser las hegemónicas: por un lado están quienes dicen que la TV es una “caja boba” cuyo impacto resulta nocivo en los televidentes, por el otro están quienes afirman que la TV es una herramienta de aprendizaje que permite acercarnos a realidades distantes.

El debate parece enriquecerse cuando se analiza una particularidad del gran campo mediático: la salud. ¿Es posible que los programas televisivos fomenten prácticas de salud positivas? ¿La TV se convierte en un nuevo problema de salud?

El debate está abierto, recorramos las diferentes miradas.

Culebrón sanitario
Las telenovelas parecen ser el género elegido por los defensores de la salud pública para promover estilos de vida más saludables. Este género cuenta con una gran audiencia y, si bien antes parecía reservado a las mujeres, ha logrado captar la atención de hombres y niños quienes siguen de cerca las historias de amor, traición y lágrimas.

Dada su relevancia y su gran público las telenovelas se convirtieron en el centro de atención de los expertos de la comunicación y de las entidades de salud pública quienes resaltaron la importancia de que los contenidos de las telenovelas incluyeran pautas y modelos saludables.

Las experiencias resultaron gratificantes, como correlato de la inclusión de aspectos de salud en las telenovelas, los índices demostraron que las personas adoptaban prácticas positivas de salud.

De este modo, la TV se convierte en una herramienta para la educación y para la transmisión de mensajes relacionados con la buena salud.

¿Qué bien se TV?
Las posiciones más radicales consideran que la TV atenta contra la vida familiar, dificulta el proceso de aprendizaje de los niños y promueve la violencia y el consumo desmedido; además de provocar problemas de atención.

En cuanto al tratamiento de temas relacionados con la salud y la discapacidad, la TV tiende a omitirlos por completo o a mostrarlos desde una mirada fragmentada. La discapacidad según la tele tiene sus propias reglas, el discapacitado de la TV tiene retorno. Los ejemplos son muchos y todos responden a un factor común: cuando se representa a las personas con discapacidad en los medios, la cura milagrosa debe estar presente como imperativo de rating.

La discapacidad en la TV argentina es, al menos, rechazada, se busca su extirpación a través de misteriosos avances médicos que realizan curas imposibles y devuelven a los espectadores una sensación de tranquilidad al impedir visualizar una realidad que existe y que nos rodea cotidianamente. La TV proporciona una realidad ficticia que impone modelos inverosímiles. La audiencia pide más de eso.

¿Cuál es?
Tenemos de este modo las dos posturas, la crítica aplicable a ambas es que consideran que la televisión es la moldeadora por excelencia de pautas de conducta. Ambas posiciones consideran que la “caja boba” da instrucciones diarias acerca de cómo debemos pensar, sentir y actuar en relación a diversos temas. “Dime que programa ves y te diré quien eres” parece ser la premisa actual. Ambas posturas pecan por lo tanto de radicales, no se trata de manera tan tajante de que la TV dice algo y la audiencia hipnotizada lo realiza (al menos no siempre). Lo importante es que las personas tengan la capacidad de analizar críticamente los contenidos televisivos y que se permitan utilizarlos como una herramienta más de conocimiento. En palabras del crítico Omar Rincón, “El día que sepamos tanto de democracia como de televisión y de fútbol nuestra sociedad va a funcionar mejor.”

Autor: Lic. Lorena Decca

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