Treinta y dos años es un lapso suficiente para adquirir visión histórica de los acontecimientos y analizarlos con objetividad. El pasado 24 de marzo de 1976 se instalaba en el país, proclamado por muchos y vapuleados por otros, el Proceso de Reorganización Nacional. Una de la etapas más trágicas de nuestra historia Argentina, el atropello a nuestras libertades estaba instaurado bajo un régimen que mostró lo peor de sí en los cientos de centros clandestinos detención, donde mujeres y hombres estaban sumidos en el infierno del abandono y la represión.
Hoy la historia, nos da la oportunidad de reflexionar acerca de esta nueva sociedad que emergió del Proceso, lo que hemos cambiamos, de lo que crecimos pero también de los síntomas que aún hoy perduran
La democracia crece y se fortalece bajo la sombra de ese pasado innoble y sólo la voluntad de transformar la realidad ,de apropiarse de ella y no repetir viejos errores, pueden volverla menos densa, para acercarnos hacia la materialización de ideales más justos y democráticos.
Más allá de nuestro olvido o nuestra memoria, el pasado tiene su propia autonomía.
Hoy la historia, nos da la oportunidad de reflexionar acerca de esta nueva sociedad que emergió del Proceso, lo que hemos cambiamos, de lo que crecimos pero también de los síntomas que aún hoy perduran
La democracia crece y se fortalece bajo la sombra de ese pasado innoble y sólo la voluntad de transformar la realidad ,de apropiarse de ella y no repetir viejos errores, pueden volverla menos densa, para acercarnos hacia la materialización de ideales más justos y democráticos.
Más allá de nuestro olvido o nuestra memoria, el pasado tiene su propia autonomía.
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