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¿Qué tal si deliramos, por un ratito?

Acá publicamos un escrito del alma que hace un tiempo, Eduardo Galeano le regaló al mundo. Como para empezar el año. Lo manda Ester Frola, alertándonos que es "simple, bello, utópico, y como tal posible". Si no lo conocías, no te lo pierdas, si ya lo leiste, tampoco.

Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible: el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas. La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo. La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene. El mundo ya no estará en guerra contra los pobres sino contra la pobreza; la comida no será una mercancía ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión. Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura porque no habrá niños de la calle y la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla. La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda. El sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo y la Iglesia dictará otro mandamiento que se le había olvidado a Dios: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte". Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar. Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo. La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero...

EDUARDO GALEANO

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