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Alertan que el glifosato de la soja puede producir malformaciones.

Pruebas en embriones de reptiles muestran consecuencias renales, entre otras.
Buenos Aires. El herbicida utilizado para la soja transgénica, principal cultivo de Argentina, puede producir malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas, según una investigación científica divulgada ayer. Si bien para el estudio sobre los efectos del glifosato se utilizaron embriones anfibios, los resultados “son totalmente comparables con los que sucederían con el desarrollo del embrión humano”, explicó Andrés Carrasco, microbiólogo y uno de los autores del trabajo, actualmente funcionario del Ministerio de Defensa de la Nación.
“Lo notable es que no hay estudios en embriones a nivel mundial y mucho menos inyectando glifosato en embriones”, aseguró Carrasco, quien también es investigador del Conicet y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires. Las dosis de herbicida utilizadas para el estudio “estuvieron muy por debajo de los niveles que se usan en las fumigaciones, por lo que la situación es mucho más grave debido a que “el glifosato no se degrada”, sostuvo Carrasco.
En Argentina se utilizan anualmente entre 180 y 200 millones de litros de glifosato, desarrollado por la multinacional Monsanto. Carrasco dijo que la investigación determinó que “el glifosato puro, en dosis menores a las usadas en fumigación, genera malformaciones” y que el químico “podría estar interfiriendo en algún mecanismo normal del desarrollo embrionario que tiene que ver con la forma en que las células se dividen y mueren”. “Las empresas dicen que beber un vaso de glifosato es más sano que beber un vaso de leche, pero lo concreto es que nos han usado como conejillos de indias”, agregó.
Carrasco puso como ejemplo al barrio Ituzaingó de Córdoba –como ya lo hizo en su momento la presidenta Cristina Fernández de Kirchner–, donde, dijo, “en los últimos ocho años se constataron cerca de 300 casos de cáncer asociados a las fumigaciones con plaguicidas”. En realidad, en Ituzaingó los estudios realizados no son concluyentes en cuanto al vínculo entre ciertas enfermedades con uno o varios de los contaminantes que han estado presentes en el barrio. Carrasco reclamó normas muy estrictas para la fumigación –“que nadie cumple por ignorancia o avaricia”, sostuvo– y “un estudio serio” sobre los efectos del químico en las personas.
El investigador. El autor del estudio, Andrés Carrasco, es parte del equipo de la ministra de Defensa, Nilda Garré. Ocupa el cargo de subsecretario de Investigación Científica de Defensa. Entre 2000 y 2001, durante el gobierno de la Alianza, fue el presidente del Conicet. Tiene una larga trayectoria en el país y en el exterior.

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