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El espíritu asambleario: nuevas prácticas políticas y articulación de identidades


Por Josefina Blanco Pool
Un nuevo espíritu asambleario, un sentido de identidad que se comenzó a gestar en base a la dignidad” (de un integrante de la asamblea El AlgarroboAndalgalá, Catamarca).
(CbaNoticias) Cuando
escuché esta frase por primera vez, comprendí que lo genuino de estas palabras sólo iba a ser valedero cuando pudiera ir decantando en mi cabeza qué es lo que entiendo por identidad, por dignidad, por espíritu asambleario. Esto me llevó a la idea de pensar que la legitimidad de su contenido sólo logra comprenderse cuando uno puede desentrañar y apropiarse de las razones por las cuales uno resiste, lucha o participa. Y claro, sabemos que las palabras y las acciones, sólo cobran significado en los contextos sociales en los cuales se inscriben.
¿Qué es el movimiento asambleario? Las asambleas son grupos sociales de resistencia. Es el pueblo organizado en una lucha que los une: la oposición al modelo neocapitalista de saqueo y contaminación. Estos movimientos proponen ser espacios autónomos, diversos y plurales, estableciendo la horizontalidad en sus decisiones y acciones.
La posibilidad de construir esta alternativa de lucha en comunidad, permite recobrar el sentido de identidad y de participación que fue vilmente saqueado principalmente en los años de la dictadura del 76. Destruyendo y socavando desde diversas formas los espacios sociales, rompiendo las particularidades desde la homogeneidad y enflaqueciendo el trabajo colectivo y el accionar de los pueblos. La finalidad: la destrucción de los consensos sociales y sentidos y la desarticulación social con la pérdida del sentido de comunidad.
¿Por qué hablamos de alternativa? ¿Cómo se forman estas modalidades de lucha?
Su postura crítica y de denuncia, genera la constitución de sujetos pro activos y empáticos con el mundo que los rodea, acentuando en su interior la participación plena y real, un funcionamiento participativo que excede en su visión global las prácticas políticas cristalizadas o sectorializadas según jerarquías o verticalismo, proponiendo claras formas de empoderío y de ejercicio democrático directo.
Las relaciones gestadas al interior de las asambleas buscan el permanente mejoramiento de las relaciones entre sus miembros, fomentando la producción de saberes y lugares de encuentro. He aquí una construcción social dinámica.
Esta composición diversa y dinámica de los grupos asamblearios se constituyen no sólo en espacios de participación comunitaria, sino también de rearticulación de identidades locales y regionales. Esto es así, porque se generan lazos de identidades comunes al dimensionar su causa: la lucha a favor de la vida y en contra de las políticas del actual modelo extractivo neoliberal. También se unen en el plano de lo espiritual al sostener y hacer efectivas acciones de respeto y valoración con el otro, y en el nivel de lo social, al proponer con la movilización, instancias de concientización y de participación en la sociedad.
Nuevos sujetos que se inscriben en lo social, construyen y ejercen el ser ciudadano.
Asamblea El Algarrobo. El NO a la megaminería y el SÍ a la vida.
La asamblea El Algarrobo nace con la explosión digna de vecinos autoconvocados que transitan una lucha incesante, frente a las medidas de saqueo y de entrega de la ciudad para la explotación minera. En este contexto el sentido común del pueblo se unió en un BASTA!
El lugar en el que se organiza la asamblea es en Chaquiago, un camino comunal, elegido para impedir el paso de las maquinarias y la instalación de la minera Agua Rica.
El predio es de uno de los vecinos del pueblo y está colmado de banderas de apoyo de asambleas de distintos puntos del país, que reivindican la causa con fuertes mensajes y colores, mostrando la firmeza de convicciones comunes en un imponente marco de fondo. En el horizonte, los nevados del Aconquija. Allí la lucha se planifica en extensas reuniones, bajo la sombra del algarrobo que le da el nombre a la asamblea. Las horas de guardia son largas, y las extremas temperaturas de Andalgalá (mucho calor y mucho frío cuando baja el sol), se amenizan con mates y la calidez de las voces cuando se encuentran. Los vecinos participan, hacen guardias, van rotando, cubriendo así las 24 horas de cada día.
No tan lejos de allí, ya en Andalagalá, la realidad muestra las evidencias de un neocolonialismo que adquiere nuevos mecanismos y estrategias de captación de conciencia, con la pleitesía del gobierno provincial y municipal.
La arqueología del saqueo, como llamo a los atropellos de este megaemprendimiento minero, muestra cómo los discursos fueron diseminándose y apropiándose de lugares comunes y de instituciones públicas. La sagacidad ideológica y los intentos de aculturación, son permanentes y persistentes.
Ejemplos: charlas y videos en escuelas, clubes y asociaciones, sobre los beneficios y el progreso de la actividad megaminera en Andalgalá; presiones de autoridades provinciales contras los docentes que están en contra de las minerías Bajo la Alumbrera y Agua Rica; encuestas comunitarias realizadas por entidades anónimas, midiendo la opinión del pueblo sobre las mineras; la existencia de calles con el nombre Agua Rica y la Alumbrera, carteles indicativos de calles con el logo y nombre de la Alumbrera. Y más.
La explosión del pueblo: los sucesos de Febrero
El pasado 15 de Febrero, por orden de la fiscal Marta Graciela Nieva, se intentó desalojar a las personas que se encontraban pacíficamente en la asamblea El Algarrobo. La medida de desalojo aducía la ilegalidad del corte de ruta por parte de los asambleistas, un acto impune por dos cuestiones centrales: el corte se encuentra apostado a la vera del camino comunal de Chaquiago y no es una ruta provincial; y como segundo punto, el lugar de la asamblea es propiedad privada.
Lo que sucedió: atropello y violencia de la fuerza policial en contra de un pueblo pacífico que no pudo defenderse. Las reproducciones muestran que en el momento de la represión había muchas personas en la Asamblea, entre los que se cuentan mujeres, niños, jóvenes, trabajadores, docentes, profesionales, amas de casa.
Las imágenes se difundieron solidariamente y con un profundo signo ético y de resistencia, en medios alternativos del país y en las asambleas que conforman la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) unidas por la misma lucha.
La represión fue contundente, balas de gomas, gases lacrimógenos, frentes organizados y bien provistos de policías del departamento Andalgalá, infantería de la provincia y el grupo de policía especial Kuntur. La postura del pueblo fue firme: defender la vida y oponerse a la minería que intenta destruir, contaminar y saquear los recursos naturales. La explosión social de un pueblo frente a la impunidad megaminería, y el rechazo a viejas formas de hacer política.
La posición de la asamblea y el pueblo de Andalgalá es clara: que se vayan estas empresas mineras, que sean retirados de sus cargos los responsables de la violencia desatada contra nuestros hermanos y que se dicte una ley de prohibición de la explotación minera a cielo abierto en nuestra provincia y en nuestro país. Sólo de este modo se restablecerá la paz social en esta ciudad y en todos los pueblos en que la gente está resistiendo como puede en contra la megaminería química y radioactiva.
Después de lo vivido, de las intensidades de los encuentros y de las emociones compartidas, de sentir como propias las luchas del pueblo, me paro y recreo en mí, estas percepciones. Y entiendo que aquellas razones que intenté comprender son ahora más claras y contundentes: hablan de acción colectiva, participación en la lucha, sentidos de pertenencia, de comunidad, identificaciones distintas que desde la autenticidad propia de las personas, fueron fortaleciendo un espíritu común, un espíritu asambleario.
Así finalmente comprendo: la lucha se multiplica y tiene una visión global porque articula estas identidades fragmentadas que están dispersas pero se nutren al pelear ante una misma causa. Toman para la lucha diferentes formas o modos, pero tienen el signo de pensarse en conjunto. Nuevos sujetos sociales que se van inscribiendo en la vida política, en el orden social, político y cultural.
Consciente de esto, recordé aquella frase que me movilizó y con la cual comencé este escrito y pude comprender esta vez con certeza, que la urgencia y la fuerza de estas palabras eran la máxima expresión de una resistencia digna, un sentir latente y claro, un proceso de lucha que era reivindicativo. Lo que estaba en juego era: la dignidad y la autodeterminación de un pueblo. Esta es la esencia de la lucha que esta arraigada en el pueblo de Andalgalá
Nota publicada en Cbanoticias.

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