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La toma del "Jero" por dentro

Por Sebastián Dinolfo y Andrés Oliva | sdinolfo@cbanoticias.net – aoliva@cbanoticias.net

Los 7 escalones de la entrada del “Jero” –como le dicen l@s estudiantes– no son piedra fácil para estarse sentado y el piso del cole y los bancos de las aulas no son almohaditas donde aguantar las espaldas. Pero en eso andan las renegonas y los renegones que quieren otra escuela y otra educación.

El fantasma de la ópera

Andan con timbales, con mandarinas y café, con habladurías de cualquier cosa para matar el tiempo que no es tiempo muerto. Nos cuentan que hasta historias de fantasmas tienen, la de los noviecitos que cuando ella lo dejó, él subió al salón de actos y con la última octava del piano se suicidó.

“La otra noche dicen que se escuchaba el piano, andaban cagados, pero más miedo da que te pasen las ratas por entre las patas cuando venís al colegio”, dice Brian, alumno del “Jero”. Hombre grande Braian, tan grande como para que le asignen cuidar la puerta del cole.

Cuando entramos al edificio no parece delirio la historia del fantasma, las paredes llenas de ecos y la media luz invitan a la imaginada. El problema es que rápido se acaba la fantasía si las paredes también tienen rajaduras, descascaradas y manchas de humedad. Si las escaleras, las ventanas y las baldosas están mordidas.

“No puede ser que estemos más preocupados porque se nos caigan los techos que por una evaluación”, dice Pedro del colegio Leopoldo Marechal.


Las vergüenzas que nos quedan

En la puerta del cole una reunión de camaradería entre alumn@s y una pareja de padres. En el cartón quedó la porción de la vergüenza de una pizza sin aceituna. Diego y Graciela acompañan a l@s chic@s, y hablan de cómo tratan la toma de los colegios los medios.

“La verdad que es triste ver que digan que los chicos están manejados, que pelean para que les den aire acondicionado. Tendrían que venir a ver cómo está la escuela”, afirmaron.

Rosa es portera del cole hace 20 años. Todas las mañanas entra y va a buscar su delantal y su radio. Cuando le preguntamos dice que apoya la toma: “Estamos con los chicos, los chicos tienen razón. Fijate que acá estuvieron hace un tiempo unos albañiles, tres meses trabajaron, tres meses levantando toda la membrana del techo porque había aulas que se llovían. ¿Y qué pasó? Viste los otros días con las lluvias esas, bueno las aulas se llovieron de nuevo, ¿me querés decir qué hicieron en tres meses?”.

La portera no esconde su indignación: “Acá hay baños que no tienen agua, pero hay otro donde hay pérdida y se moja una pared así que tenemos que cerrar el paso del agua y sabés qué tenemos que hacer, tenemos que andar con un balde… –la portera hace una pausa en la que entra una desazón de años–, es una vergüenza”.


Acompañados y de noche

Un cartelito en la pared dice: “El timbre sólo se toca en caso de emergencia”. ¿Y qué es eso del timbre? Los chicos cuentan que cuando se enteraron de la orden de desalojo del pasado jueves dispusieron que el timbre del colegio fuera la alarma.

“Estábamos con miedo cuando salió lo del desalojo, nos pusimos de acuerdo en que si llegaba la cana los que hacían guardia tenían que tocar el timbre para llamar a todos. Una noche alguno se colgó y fuimos varios los que nos levantamos corriendo, así que pusimos el cartel para que no vuelva a pasar”, comenta uno de los convidados al mitin de la cocina.

Pasan las horas en el colegio y en un cuadernito se anotan los siguientes eventos onda memoria: rondas de caféses negros y mate lavado, una chica pregunta que quién escucha Damián Córdoba, “mortalazo el Damián, estos acá nada más escuchan rock”, y salen las comparaciones más odiosas:

Nacho es Syd Vicious por la pilcha y la onda, además a Syd lo mató la mamá y a Nacho cuando lo agarre su vieja le puede ir igual.

Pedro y Carlitos son el Che Guevara, porque no se bañan muy seguido.

Otros dos compañeros son los cazafantasmas, aunque sólo vuelvan con fotos de sombras de palomas.

Los chicos intentan hacer un tema pese a no saber tocar la guitarra.


Bienvenida la mañana

Con las primeras luces compartimos un recorrido por el colegio junto a Nacho y Brian que nos muestran el colegio que viven ellos todos los días.

A la mañana el edificio se anima con diferentes voces.


Llegan las almitas que durmieron en la sala de profesores con cara de recién empezados a dormir, llegan las chicas y los chicos de otros colegios que apoyan la toma porque entienden que esta lucha es de tod@s.

Llega un mensaje: “No aflojen, ustedes pueden cambiar el mundo”, remitente: MA, “se fue a la bosta mi vieja jaja!”, dice Nacho. Llegan también profes que están al lado de sus alumnos y alumnas.

Nancy Arias es profe de Lengua y Pura Argüello da Física, Química y Biología y sus hijos estudian en el “Jero”.

“Venimos porque vivimos con ellos lo que es esta escuela”, indica Nancy, “No es una toma que los chicos han hecho porque sí, es una cosa que viene de mucho tiempo, a los chicos hay que cuidarlos”, completa Pura.


Va cerrando la jornada conforme clarea. Lindo ver el andamio para alcanzar estrellas que armó esta gente, lindo ver esas ganas de hacer y de discutir. Porque hay que decirlo estas chicas y estos chicos tienen una humanidad insondable y tienen algo de cambiadores y revolucionadores que, se sabe, molesta a los que les gusta conservar el estado-de-cosas.

Sin embargo, parece que hoy en los secundarios de Córdoba están dando la nota los primeros. No es poca cosa, eso lo sabe cualquiera por poco que sepa.

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