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Discursos que dejan secuelas.

El trabajo para incidir en la transformación de las pautas culturales de nuestros discursos (profesionales, de los medios, políticos, del sentido común), atravesados por representaciones sociales que vulneran la dignidad de las personas con discapacidad, es cotidiano y permanente.

A diario nos encontramos con expresiones naturalizadas, en los más diversos contextos, que parecen reiterar un orden de cosas y se erigen como verdaderas barreras comunicacionales, que obstaculizan o impiden la autonomía, la participación y el ejercicio pleno de derechos de las personas con discapacidad. Con ese ánimo trabajamos desde hace años en estos espacios, promoviendo la problematización de nuestros lenguajes, apelando al ejercicio de desentrañar qué decimos cuando reiteramos ciertos conceptos históricamente arraigados.

También en el marco de la Mesa de Trabajo en Discapacidad y Derechos Humanos participamos a mediados del año pasado en la elaboración del Documento de "recomendaciones para una comunicación adecuada y responsable de la temática de la discapacidad", dirigido particularmente a profesionales de los medios de comunicación; que a fines del 2015 se amplió y pasó a formar parte del primer informe anual sobre la situación de las personas con discapacidad en Córdoba.

Pero como decíamos al principio, la incidencia en la deconstrucción de estos discursos discriminatorios implica un trabajo continuo, porque venimos todos y todas culturizados en una matriz de sentidos elaborados en torno a los modelos de la rehabilitación y la prescindencia en discapacidad. 

“Antes eran donantes, ahora secuelados” es el título de una nota que salió publicada hoy en LaVoz.com.ar y que forma parte de un informe especial sobre la problemática de los accidentes de transito, particularmente de motociclistas en Córdoba.  La nota en cuestión (para leerla completa aquí), hace referencia a las consecuencias de los accidentes, generando un mensaje que recae en la vulneración a la dignidad de las personas con discapacidad. 

Aquí compartimos algunas reflexiones: "Si una persona queda discapacitada, es una familia que padece las secuelas, porque siempre habrá alguien que se tenga que hacer cargo de esa persona”
El mecanismo es el mismo de siempre: para alertar legítimamente sobre un problema (en este caso el de la enorme cantidad de accidentes de motociclistas por no usar casco, y la necesidad de cambios culturales en este sentido) se apela a un discurso del miedo a las consecuencias que pueden acarrear accidentes: "...lo que antes era un donante ahora es un secuelado"; provocando al mismo tiempo ciertos impensados "daños colaterales", el de reforzar la estigmatización de las personas con discapacidad: “si queda vivo, le estropea la vida a toda una familia”. ¿Qué sentidos subyacen a esta simple, reiterada, antigua frase? Los viejos sentidos de fatalidad, carga, dependencia, indignidad que le cargan a las experiencias de vida de las personas con discapacidad los modelos de la rehabilitación y la prescindencia.
Estos mensajes son antiguos, los hemos visto en viejas campañas de "concientización" y devienen de una cultura extendida basada en una mitología de lo incapaz y una ideología de la normalidad que, a juzgar por los números de accidentes actuales, no parece hacer efecto positivo en las actitudes de los conductores. 

Una vez más la apelación es a construir discursos que sirvan para crecer, basado en la responsabilidad, la libertad y el respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Sin dañar colateralmente la dignidad de otros/as. Por ahí, en ese punto podamos avanzar en los necesarios cambios culturales y que esos discursos no dejen secuelas.

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