"Sea por ligadura de trompas, por parches o por el método que sea, lo que suele ocurrir es que, sin informar a la mujer, se pide al juez que autorice una incapacitación civil. Y, por desgracia, muchos jueces autorizan una incapacitación total, con lo que quedan abolidos los derechos civiles de la discapacitada. La Convención de derechos de las personas con discapacidad recomienda apoyar a estas personas, no sustituir sus voluntades ni eliminarlas".
Marta Valencia es presidenta de
CERMI-Aragón, la Coordinadora de Entidades Representantes de Personas con
Discapacidad
"En Aragón, no hay ninguna
consulta ginecológico con la camilla exploratoria adaptada para mujeres que van
en silla de ruedas"
"De cada 4 trabajos que se
cubren por personas con discapacidad, solo uno es para una mujer y suele ser
siempre el menos remunerado"
Marta Valencia (Zaragoza, 1973) es un
auténtico referente en Zaragoza en la lucha por defender los derechos de las
personas con discapacidad. Desde su silla de ruedas, lleva años implicada en
las entidades de discapacitados, pero su voz deja adivinar que cada
Imagen de Marta Valencia. Foto: Juan Manzanara/ Zaragoza |
nuevo
proyecto, como la Fundación CERMI Mujeres, vuelve a ilusionarle.
¿Por qué habéis creído necesario
crear CERMI Mujeres, una fundación específica dedicada a mujeres y niñas con
discapacidad?
Las mujeres con discapacidad nos
encontramos en situación de desigualdad con respecto a los hombres con
discapacidad. Sufrimos una doble discriminación, a la que pueden acumularse
incluso más factores, como el medio rural, la orientación sexual o el origen
étnico. CERMI es una plataforma representativa y política de las personas con
discapacidad, pero no es una plataforma de ejecución, no podíamos poner en
marcha proyectos. Por eso, aunque desde el año 2000 funciona una comisión de la
mujer de CERMI estatal, decidimos crear la Fundación: las entidades de defensa
de los derechos de la mujer no recogían las reivindicaciones de las mujeres
discapacitadas y algunas entidades de la discapacidad acogían algunas de
nuestras peticiones, pero no todas. La Fundación CERMI Mujeres nace con el
objetivo de abordar un trabajo técnico: redactar estudios, interpretarlos, dar
formación a la mujer, a profesionales, proyectos de intermediación en casos de
violencia contra la mujer... O también campañas de sensibilización, como la que
vamos a hacer ahora en contra de la esterilización forzosa, que se da sobre
todo en mujeres con discapacidad intelectual o con trastornos de salud mental.
Sea por ligadura de trompas, por parches o por el método que sea, lo que suele
ocurrir es que, sin informar a la mujer, se pide al juez que autorice una
incapacitación civil. Y, por desgracia, muchos jueces autorizan una
incapacitación total, con lo que quedan abolidos los derechos civiles de la
discapacitada. La Convención de derechos de las personas con discapacidad
recomienda apoyar a estas personas, no sustituir sus voluntades ni
eliminarlas.
¿Esta esterilización forzosa es
relativamente frecuente?
Por desgracia, sí. Sin
información, las mujeres con discapacidad no pueden ejercer sus derechos
sexuales y reproductivos. Muchas veces, por sobreprotección, que es muy
negativa sobre todo en el caso de las mujeres, se hace la esterilización
directamente, sin informar a la mujer con discapacidad de las alternativas que
existen en el caso de que ella decida que quiere evitar un embarazo. El primer
concurso de fotografía de la Fundación CERMI Mujeres lo dedicaremos a denunciar
y sensibilizar sobre la esterilización forzosa. Es fundamental visibilizar que
no se está actuando y que hay que corregir esta forma de actuar. Ahora, las
mujeres con discapacidad no disfrutan de todos sus derechos.
¿Hay también esterilizaciones
forzosas masculinas?
No, normalmente suele hacerse siempre
en mujeres. A quienes se nos ve como niñas asexuadas es siempre a las mujeres
con discapacidad. El sexo es un tabú que no se trabaja con las familias, en las
entidades, en las instituciones... ¿Por qué? Como quien se queda embarazada es
la mujer, es en ella donde suele situarse la responsabilidad.
¿Qué otros datos demuestran la doble
discriminación de las mujeres con discapacidad que comentaba?
Hay muchos. Por ejemplo, en cuanto a
la violencia contra la mujer -no hablamos de violencia de género porque no
siempre se produce en el ámbito de la pareja, sino en el entorno familiar o
institucional-. El caso es que hay muchas mujeres discapacitadas que ni
siquiera saben que son víctimas de violencia, y, cuando lo saben, todavía
tenemos pendiente conseguir que los recursos sean accesibles. Desde el teléfono
de atención a víctimas, para que haya una unidad de acceso a la denuncia en las
mujeres sordas, hasta las comisarías o casas de acogida, que no siempre son
accesibles para mujeres con discapacidad física o sensorial; tenemos que
conseguir que estos recursos sean accesibles. Ese déficit se repite
especialmente en todo lo que tiene que ver con la salud sexual: hay muy pocas
consultas ginecológicas, ninguna de ellas en Aragón, con la camilla
exploratoria adaptada para una persona que va en silla de ruedas. Los
mamógrafos sí van siendo accesibles, se pueden bajar a la altura de la usuaria.
Otros datos que demuestran la doble discriminación son sobre empleo: de cada 4
trabajos que se cubren por personas con discapacidad, solo uno es para una
mujer y suele ser siempre el menos remunerado. Por eso, hay muchas menos
mujeres discapacitadas activas que hombres; de hecho, prácticamente todas están
desempleadas.
Esta doble discriminación, ¿es
similar a la que sufren todas las mujeres o la diferencia entre hombres y
mujeres con discapacidad es más acusada?
Es mayor la diferencia entre hombres
y mujeres con discapacidad. Lo más habitual es que la mujer con discapacidad
quede relegada a las tareas domésticas, sobre todo, cuando tienen una
prestación, aunque sea pequeña. Es una forma de relegarles a tareas no
remuneradas, no reconocidas, lo que supone una contradicción: se les considera
capaces de llevar una casa, pero no se les reconoce el derecho a ser madre, a
tener una vida autónoma, a tomar decisiones propias...
¿Creéis que las mujeres
discapacitadas sufren también de invisibilización?
Así es; en las imágenes, casi siempre
aparece el hombre con discapacidad. En el caso de que aparezcan mujeres, su
imagen va vinculada, por ejemplo, al concepto de la caridad, nunca como una
mujer activa, participativa... que es lo que hay que potenciar: tenemos que
empoderar a las mujeres y formarles para que sepan los recursos y derechos que
tienen y también que puedan decidir sobre su propia vida, buscando un
trabajo... pueden elegir y equivocarse como cualquier otra persona. Además de
en empresas o en instituciones, la presencia de mujeres en las juntas
directivas de las entidades de discapacitados es escasa.
¿También siguen ocultos los abusos a
mujeres discapacitadas?
Sí, claro. Por un lado, es un
colectivo más vulnerable; y después, otro problema frecuente es la dependencia
de su cuidador. Además, ya hemos comentado que los recursos para víctimas no
son accesibles, con lo que ¿cómo van a denunciar las mujeres discapacitadas?
¿Qué van a hacer después? En caso de divorcios, ha habido sentencias en las que
se retiraba la custodia de los hijos a una mujer por tener discapacidad, algo
que no suele suceder en el caso de hombres discapacitados. Hay que ir
eliminando todavía barreras mentales a los profesionales: los de salud, de
servicios sociales, de policía, de guardia civil,... para que puedan detectar
casos de violencia porque a veces la mujer ni siquiera sabe que es una víctima.
Y hay que formar a otros colectivos profesionales para que sepan realmente las
necesidades con las que nos encontramos las mujeres con discapacidad.
¿Cuáles son las primeras iniciativas
que os planteáis dentro de CERMI?
Hemos organizado el primer concurso
de fotografía sobre la esterilización forzosa que hemos comentado, ya estamos
ofreciendo formación a profesionales y a mujeres, tenemos en marcha un recurso
de intermediación en casos de violencia contra las mujeres para informar de los
recursos disponibles y detectar si hay problemas de accesibilidad... También
queremos trabajar para fomentar estudios; esto es fundamental. Por ejemplo,
sabemos que en 2012, de las víctimas de violencia machista fallecidas en
España, un 12 % eran mujeres con discapacidad. Eso hay que detectarlo cada año.
Otra cuestión que no sabemos es cuántas mujeres tienen discapacidad a resultas
de la violencia que han sufrido.
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