A su vez se destacan las relaciones interpersonales que hacen, entre otras cosas, a la inclusión y vida en sociedad.
Desde el diagnóstico de discapacidad de un sujeto y frente a una sociedad que exige una adaptación rápida, con agilidad y practicidad de pensamiento, donde el adulto es considerado como tal a partir de su inclusión laboral; qué pasará con la participación social y calidad de vida de aquellas personas con discapacidad que no se encuentran en condiciones de emprender un proceso laboral. Será extraño para algunos sectores de la sociedad imaginar al adulto discapacitado como un ser que pueda ocupar espacios culturales y roles sociales.
Ante este panorama es necesario dejar de mirar lo diferente como relativo a déficit o a negativo. Se propone trabajar en relación con el deseo y el saber de cada sujeto, incorporando ésto al hacer diario. No se trata de crear un mundo de fantasía para niños eternos, sino de darles a las personas adultas con deficiencia mental, instrumentos para poder participar de los avatares de la comunidad a la que pertenece.
El desafío es aceptar e incluir lo heterogéneo, reconociendo que existen capacidades múltiples, que hacen a lo diverso.Quizás será necesario comenzar a replantearnos el tiempo y el espacio que cada sujeto necesita en esta sociedad, brindando propuestas flexibles.
Es imprescindible ante los retos actuales, comenzar a forjar interrogantes que permitan ampliar nuestras miradas, lo que será el comienzo de un cambio que contribuya en la construcción particular de cada adulto con discapacidad, de una mejor calidad de vida.
Autor: Ivana Antonini
Profesora de Psicopedagogía
Centro de Día APADIM
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