El reconocido ensayista político argentino participará hoy en los Foros del Ciudadano con la conferencia titulada “Poder y hegemonía: el régimen político después de la crisis”. A las 20, en el Auditorio Carlos Ortiz.
La democracia que tenemos es de muy baja calidad republicana, sostiene Natalio Botana. Y asegura que esto se percibe en “la relación que existe entre los tres poderes y en el Estado invertebrado que padecemos”.
El reconocido politólogo se presenta hoy en Los Foros del Ciudadano que organiza La Voz del Interior con el auspicio de Nación AFJP, y su disertación lleva el nombre de “Poder y hegemonía: el régimen político después de la crisis”. Es, asimismo, el título también de su último libro. La charla tendrá lugar esta noche a las 20 en el Auditorio Carlos Ortiz, ubicado en la sede integral de este diario, avenida La Voz del Interior 6080. La entrada libre y gratuita, y pueden adquirirse en avenida Colón 45 ó en el stand de informes del Patio Olmos
“En el libro pretendí describir el régimen político de los últimos años, por lo tanto está pensado sobre el horizonte próximo e histórico de la última gran crisis, entre 2001 y 2002”, dice Botana al referirse a su publicación y, por lo tanto, a los temas que desarrollará en su charla. “La reflexión consiste en saber qué es lo que ha pasado en el país desde aquella fecha hasta el presente”, adelanta. Y agrega que “los principales ejes son la crisis de la representación política, la tendencia a la hegemonía y las paradojas que de ella resultan”.
Sobre este punto plantea lo siguiente: “Desde hace muchas décadas hay un impulso hegemónico muy pronunciado, y la característica es que esas hegemonías son muy cortas y terminan abriendo nuevos espacios para la ingobernabilidad y el carácter invertebrado del Estado argentino”.
Por eso asegura que “el contrapunto a la hegemonía son los ideales republicanos”. El investigador también se preocupa por pensar “sobre las promesas y realidades que se abren con vistas al bicentenario que, dicho sea de paso, está a la vuelta de la esquina”.
–¿Cómo ve el funcionamiento de la república?
–Una de las hipótesis más fuertes que recorre el libro es que tenemos una democracia con muy baja calidad republicana. La democracia efectivamente funciona, y a pesar de que estamos en un año grávido de conflictos, tensiones y movilizaciones, habrá elecciones y el pueblo va a expresar su soberanía. Pero si nos referimos al núcleo institucional de la democracia, que es el corazón de la tradición republicana, las cosas andan muy mal y diría que se van agravando.
–¿En qué aspectos ve claramente esa deficiencia?
–Se percibe en las relaciones que existen entre los tres poderes de la república y en el Estado invertebrado que padecemos, lo que está a la vista de cualquier ciudadano que sufre el penoso Estado de nuestra infraestructura. Podemos tomar el tema del transporte, por ejemplo, donde es posible ver un signo del deterioro tanto en los aviones y en los ferrocarriles, como en el estado calamitoso de nuestros caminos, los accidentes de tráfico, etcétera. Todos estos elementos convergen para señalar que tenemos una democracia débil, sin esqueleto, porque lo único que puede proveerle sustentabilidad, consolidación y, sobre todo, calidad de vida son las estructuras republicanas. Pero en ese sentido hemos fallado enormemente, ya sea en el plano nacional como provincial.
“La debilidad republicana siempre fue muy marcada en nuestro país”, dice Botana. Y señala que “aun en las épocas de mayor expansión económica y demográfica, cuando estábamos muy bien porque las tasas de crecimiento y de movilidad social eran muy altas, sucedía lo mismo”. Una situación que se agrava porque “se le suma la debilidad de los partidos políticos”, dice. Y agrega: “Si los partidos políticos están pasando tan mal momento en la actualidad no es producto de la crisis de 2001 y 2002, sino de una situación que viene de muy lejos”.
–¿Cómo se puede superar esa tendencia a la hegemonía?
–Lo que tenemos por delante, tanto en el plano nacional como provincial, es una muy trabajosa reconstitución del tejido de la mediación social. Entiendo por ella a la mediación social pacífica, tal cual la propone el sistema representativo. En ese plano estamos muy débiles porque desgraciadamente los partidos políticos se han desarticulado, y nos encontramos frente a un proceso histórico que hay que resaltar. La desarticulación de los partidos políticos es muy rápida, pero la reconstitución demanda un período de esfuerzo mucho mayor.
–¿Cómo se encuadran los movimientos sociales en la coyuntura actual?
–¿Cómo se encuadran los movimientos sociales en la coyuntura actual?
–Son la contracara de esta situación tan complicada de los partidos políticos. En ausencia de esta mediación a través del sistema representativo, está creciendo el poder de la calle y la acción directa de grupos que se organizan, ya sea con un plan estratégico o espontáneo, como sucedió en la Estación Constitución días pasados. El problema es que esta acción directa o protesta no se da a través de partidos políticos con un proyecto de reconstitución nacional; es decir, un proyecto que abra el país al futuro y rehabilite en nosotros el apetito por el largo plazo. Ésa es la tarea a la que convoco a través de mi libro, una tarea muy difícil, por supuesto, porque en política destruir es fácil, pero reconstruir es muy difícil. Necesitamos espíritus constructivos.
Desigualdad y corrupción
–¿Qué se debería hacer para atenuar el problema de la desigual distribución de la riqueza y la exclusión social?
–Nuevamente vamos ahí a la atonía republicana que nos azota. Está demostrado en el mundo que no hay política de igualdad, y la política de distribución del ingreso tiene que ver con ella, sin sólidas instituciones estatales. Para resolver el tema de la distribución del ingreso es necesaria una muy activa política de inversión pública, porque desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial la historia ha demostrado que constituye uno de los motores para luchar contra el desempleo.
–¿Y qué ocurre en este punto en la Argentina?
–Las instituciones que deberían gobernar la inversión pública están penetradas por la corrupción. Y aquí tenemos dos problemas sumamente graves. El primero remite a una cuestión de principios, de ética, ya que es ir en contra de la tradición republicana ser corrupto (y eso se dice desde la época del pensamiento clásico, de Cicerón a Maquiavelo). El segundo es el costo que significa la corrupción: el costo de ineficiencia, el costo de que cuando comienzan las investigaciones se paran las inversiones, etcétera, etcétera.
Para Botana esta situación, que estalla en el nivel del escándalo, “tiene mucho que ver con la solidez, la transparencia de las instituciones y el sentido universal del Estado que no debe estar al servicio de determinados grupos enquistados en el poder, sino al servicio del bien de todos”.
El politólogo añade que “de este modo puede verse claramente cómo el tema de la desigualdad y la distribución del ingreso está relacionado con el problema institucional”.
También subraya la importancia de la cuestión fiscal. “La distribución del ingreso en las grandes democracias sustentables y consolidadas se ha resuelto con el predominio de los impuestos directos (impuestos a las ganancias e impuestos al patrimonio)”, mientras que en la Argentina predominan “los impuestos indirectos, que son regresivos y en virtud de los cuales están pagando igualmente los ricos y los pobres”, concluye.
fuente: http://www.lavoz.com.ar/07/05/23/secciones/cultura/nota.asp?nota_id=74187
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