La Magíster Sandra Arito, decana de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Entre Ríos, introduce algunos elementos que permiten comprender con mayor profundidad el concepto de solidaridad.
Declárase el día 26 de Agosto de cada año como Día de la Solidaridad..."; así dice el Artículo 1 del Decreto Presidencial 982 de 1998, del entonces Presidente de la Nación, Carlos Menem
Es interesante saber que el 26 de agosto corresponde al nacimiento de Teresa de Calcuta, para muchos modelo indiscutible de servicio y justamente de solidaridad; también que fue el Foro del Sector Social–Federación, una asociación civil de segundo grado que agrupa a las asociaciones civiles y fundaciones con personería vigente, la que propició instituir este día formalmente.
Si recurrimos al Diccionario de la Real Academia Española, éste define la solidaridad como un "modo de derecho u obligación in solidum; adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros". Sin lugar a dudas, el concepto ha evolucionado y trascendido el ámbito legal para formar parte de nuestro lenguaje cultural contemporáneo.
La palabra "solidaridad" culturalmente connota al menos dos significados. Por un lado, el que refiere a la colaboración-ayuda de quien puede darla a otro que la necesita, del que tiene hacia el que no tiene. En este caso, es considerada como un acto de generosidad, devenido de la buena voluntad de quien lo realiza; no se considera como una obligación o un imperativo ético y podría decirse que refiere a un acto planteado en "sentido vertical", ya que requiere para ejercerla contar con algo que el otro no cuenta. Puede entenderse en este sentido asociada al buen corazón, a los nobles sentimientos de quien dona-brinda-da algo y se limita a actos puntuales y concretos.
Por otro lado, tiene otro significado más vinculado al sentido ético y político que considera la solidaridad como res-ponsabilidad social de las personas, por nuestra condición de seres humanos que formamos parte de una sociedad. Vivir en sociedad implica "convivir" y "vivir con", que no es sólo "vivir al lado de otro" (concepción estrictamente espacial), sino una condición de la existencia humana (comprensión bio-psico-social y ambiental más compleja) en la que como seres relacionales nos realizamos con otros.
En este sentido, la solidaridad no es un acto puntual de generosidad sino un acto ético-político en el que el centro no se encuentra en el que da, sino en la humanidad como espacio común y, por ello se transforma en una condición de existencia para quienes viven en sociedad. Posicionarse desde esta perspectiva implica que no se es solidario con otro desde la dádiva, sino desde un reconocimiento de la igual dignidad de ese otro. Esto es un posicionamiento ideológico, ético y político.
Sostiene un Informe publicado en Chile "El interrogante sobre el porqué ser solidario equivale a preguntarse sobre el porqué de la condición humana. Es justamente esta condición humana que supone y exige la solidaridad, ya que es una cuestión de sobrevivencia colectiva y realización personal. Por tanto, la única pregunta posible versa sobre la aceptación de la propia humanidad. Se tiene en común la existencia, pero vivir humanamente resulta ser una opción personal que tiene consecuencias inmediatas sobre los otros".
En una sociedad en la que la lógica del mercado es la reinante y la cultura de consumo consecuentemente propugna que "uno es por lo que tiene", desarrollar una opción solidaria indefectiblemente tiene que ver con una opción ética y política que traduzca en todas sus dimensiones que "uno es considerado no por lo que tiene sino por lo que es".
En este sentido las personas, grupos y organizaciones somos quienes a través de nuestras propias prácticas cotidianas instituimos el modo de comprender la solidaridad y de actuar en consecuencia.
Fuente:http://www.sidecreer.com.ar/miscelaneas/index.asp?ed=37&sid=272
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