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Arte de acción directa.

La historiadora Ana Longoni dará hoy la charla “Del Siluetazo a los escraches”.Un recorrido por las estrategias del movimiento de derechos humanos.
Durante la tercera Marcha de la Resistencia convocada por las Madres de Plaza de Mayo el 21 de setiembre de 1983, meses antes de que Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, un colectivo integrado por artistas, militantes de derechos humanos y de movimientos sociales y políticos ganaron las calles del centro de Buenos Aires con una intervención que se conoció como el Siluetazo. La acción consistía en el trazado de la forma vacía de un cuerpo a escala natural sobre papel, y la posterior pegatina en los muros de la ciudad como una forma de representar "la presencia de una ausencia" (Julio Flores) de los 30 mil detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar.
El Siluetazo causó un doble impacto: por la forma en que fueron creadas las figuras y por el efecto de "grito mudo" que producían desde las paredes céntricas. "La prensa señaló que los peatones manifestaban la incomodidad o extrañeza que les provocaba sentirse mirados, interpelados por esas figuras sin rostro", señala Ana Longoni. Estas intervenciones se repitieron a finales de ese año y comienzos del próximo y también se extendieron a otras ciudades del interior del país, pero ya con las imágenes sobre banderas y pancartas.
En el marco de las actividades que esta semana realizan el Archivo y la Comisión Provincial de la Memoria, la escritora e investigadora Ana Longoni dará la conferencia "Del Siluetazo a los escraches" (hoy a las 18, en Pasaje Santa Catalina 66). Su exposición estará orientada a repasar algunas de las estrategias visuales de las organizaciones de derechos humanos en las décadas de 1980 y 1990, y que en parte están recogidas en el libro que publicó el año pasado junto a Gustavo Bruzzone, El Siluetazo (Adriana Hidalgo editora), una minuciosa y documentada investigación con testimonios, crónicas, ensayos y fotografías de artistas, activistas e investigadores que participaron directa o indirectamente.
Ganar el espacio público
"La realización de siluetas es la más recordada de las prácticas artístico-políticas porque les dio una importante presencia visual a las reivindicaciones del movimiento de derechos humanos", dice Longoni.
Otra de las acciones que describirá y analizará en su conferencia son los escraches, impulsados a mediados de la década de 1990 por Hijos, agrupación que reúne a hijos de desaparecidos y que en esa época entraban en la vida adulta. Los escraches comenzaban con un trabajo de investigación, al que le seguía una prolongada labor de concientización entre los habitantes del barrio, y finalmente concluían con la convocatoria para realizar una manifestación callejera en la puerta misma del domicilio o lugar de trabajo del escrachado.
"Estas acciones revitalizaron al movimiento de derechos humanos en la época en que éste se oponía a las leyes del perdón y a los indultos", afirma Longoni. Y agrega: "En los últimos 10 años se convirtieron en un recurso eficaz para mostrar la impunidad de los represores e impulsar la condena social entre aquellas personas que conviven cotidianamente con ellos, incluso ignorando su prontuario".
Artistas y derechos humanos
–¿Cuáles fueron las características particulares de ambas expresiones y en qué aspectos se asemejan y se diferencian como prácticas sociales?
–Se podría pensar que ambas fueron respuestas creativas del movimiento de derechos humanos en esas difíciles coyunturas, pero además señalan momentos excepcionales de la historia, ya que conjugan una iniciativa de artistas con determinada demanda de los movimientos sociales y la voluntad de una multitud que puso el cuerpo para impulsarla.
Para Longoni la diferencia entre ambas modalidades de acción está en el hecho de que representan dos etapas diferenciadas del movimiento de derechos humanos. Si las siluetas "ponían el énfasis en las víctimas del genocidio" y contribuían a "disputar el cargado espacio simbólico de la Plaza de Mayo" al propiciar "su toma estética, política e incluso ritual", los escraches, en cambio, "señalan a los victimarios impunes" y buscan desplazarse y descentralizarse hacia cualquier lugar del país.
"Adónde vayan los iremos a encontrar", coreaban los miembros de Hijos, cita Longoni, para quien ambas expresiones, más allá de las diferencias, remiten a dos contextos que tienen a la impunidad como denominador común.
–En ambas acciones, ¿qué lugar se les asignaba a los demás ciudadanos y testigos ocasionales?
–Tanto en el Siluetazo como en los escraches se plantea una voluntad explícita de implicar en la acción a los peatones o a los vecinos, de sumarlos como realizadores y de convertirlos en partícipes activos y no en meros espectadores. Ambas modalidades no propiciaban la contemplación sino la acción y tampoco postulaban límites entre los impulsores de la idea y sus efectivos realizadores, lo que puede leerse como la socialización efectiva de los medios de producción y circulación artísticos ya que cualquier manifestante podía incorporarse como productor.
–¿Y cuáles fueron las actitudes tomadas por militares y policías en esas experiencias?
–El primer Siluetazo se realizó en medio (y a pesar) de un amedrentador dispositivo represivo. Fueron constantes la presencia policial y las amenazas de llevarse detenidos a los que se volcaron a producir siluetas en el improvisado taller al aire libre que se montó hasta medianoche en Plaza de Mayo. Pero la hostilidad llegó, más que nada, a los pequeños grupos que se arriesgaron por las calles aledañas para pegar las figuras sobre paredes, árboles y cualquier superficie vertical.
"Cuando se realizaron los primeros escraches, luego de un breve desconcierto ante la sorpresa provocada por la nueva modalidad de acción directa callejera ideada por Hijos, la respuesta del régimen fue montar un férreo cordón policial para impedir que las viviendas de los represores fueran señaladas –comenta la investigadora–. Y, en algunos casos, incluso se llegó a desatar una drástica represión contra los manifestantes".
Hasta 2002 los escraches no eran masivos, pero para Longoni eso no quiere decir que no hayan sido "efectivos" en su insistencia de señalar "la impunidad reinante".
Conferencia
Esta tarde a las 18, Ana Longoni dará la conferencia titulada "Del Siluetazo a los escraches". En el Archivo Provincial de la Memoria, pasaje Santa Catalina 66. A las 19 se presentará el libro ¿Vivimos en el país del Nunca Más?

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