Fuente: "Proponen sacar las escuelas especiales y hay polémica" Clarin
Educación. Debaten una Ley de Inclusión Educativa en la Ciudad. Organizaciones dedicadas al tema quieren que se “reconviertan” en centros de apoyo a las escuelas comunes. Otros defienden el derecho de los padres a elegir el colegio de sus hijos.
Alfredo Dillon. En el diagnóstico
coinciden todos: hoy la escuela común no integra de manera efectiva a
los chicos con discapacidad. Pero a la hora de pensar la solución, las
aguas se dividen. ¿Cuál es la mejor fórmula para lograr la inclusión
educativa de los chicos discapacitados? Mientras algunos defienden el
rol de las escuelas especiales, otros las critican y piden que todos los
chicos se integren en escuelas comunes.
Unas 130 organizaciones
de todo el país dedicadas a la discapacidad, nucleadas en el Grupo
Artículo 24, reclaman que las escuelas especiales dejen de funcionar
como tales y se transformen en centros de apoyo a las escuelas comunes,
para que sean estas las encargadas de educar a los chicos con
discapacidad. Así lo plantearon en el marco de los debates por el
proyecto de Ley de Inclusión Educativa que empezó a discutirse en la
Legislatura porteña, impulsado por la diputada Victoria Morales Gorleri
(PRO), presidenta de la Comisión de Educación.
El artículo 24 de
la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que
desde noviembre de 2014 tiene rango constitucional para la Argentina,
exige que “las personas con discapacidad no queden excluidas del sistema
general de educación por motivos de discapacidad”. Este es uno de los
principales puntos de apoyo para las ONG de Artículo 24, que piden que,
en el largo plazo, las escuelas especiales se “reconviertan” en centros
de apoyo a las escuelas comunes, y que estas garanticen la “inclusión
real” de los discapacitados. Argumentan que los colegios especiales
“segregan” a los chicos, no reflejan la diversidad social y atentan
contra la inclusión.
“La escuela tiene que ser la caja genética de
la sociedad que queremos. Si al diferente lo sacamos afuera, eso
implica una postura filosófica muy fuerte. Nosotros creemos que la
escuela especial existe solo porque la común no cumple con su tarea, que
es recibir a todos los alumnos con los apoyos necesarios”, plantea a
Clarín Lea Vainer, miembro de Artículo 24 y ex directora y fundadora de
la Escuela Arlene Fern, con una clara orientación “integradora”.
“Desde
la escuela especial sostienen que ahí los chicos están con sus ‘pares’.
Pero la paridad no se da por la discapacidad: un chico es ‘par’ de
otros que tengan su misma edad, no su misma discapacidad”, sostiene
Gabriela Santuccione, mamá de Juan Manuel, que cursa 4° año de la
secundaria integrado en la Escuela N° 8 de Belgrano.
De todos
modos, los “detractores” de la escuela especial reconocen que aún
existen “múltiples barreras” para la integración de los chicos con
discapacidad en los colegios comunes: desde cuestiones edilicias hasta
la formación y “actitud” de los docentes que no saben cómo abordar esta
realidad. “La escuela común también se tiene que reconvertir”, afirma
Gabriela.
Otras organizaciones defienden el derecho de los padres a
elegir qué escuela quieren para sus hijos y sostienen que las escuelas
especiales tienen “metodologías específicas, estímulos personalizados y
docentes especialmente formados” para enseñarle a esta población.
Silvina
Barrón, directora de la escuela especial Federico Dormick
(especializada en trastornos del lenguaje) y directiva del Grupo de
Establecimientos Educativos Especiales de Buenos Aires (GEeeBA),
asegura: “Nosotros reconocemos que hay niños que se benefician de la
escuela común, pero creemos que no se debe reducir la diversidad. La
escuela especial recibe a todos los niños: no segrega. Algunos chicos
vienen de la escuela común con problemas serios, habiendo pasado de
grado sin los aprendizajes mínimos. La escuela especial usa estrategias
específicas para cada chico, respetando sus ritmos, para que los alumnos
aprendan y desarrollen su máximo potencial”.
Desde GEeeBA también
denuncian que los docentes comunes “no tienen la formación necesaria”
para trabajar con chicos discapacitados. “El profesorado en educación
especial dura 4 años, y está orientado a una discapacidad específica,
sea intelectual, motriz, auditiva, visual, etcétera”, menciona Barrón.
El profesorado común, en cambio, no incluye formación en estas áreas.
Según
cifras oficiales, en Argentina hay 99.341 estudiantes en 3028 escuelas
especiales, incluyendo nivel inicial, primario y secundario. En la
Ciudad son 6500. No hay datos de cuántos chicos con discapacidad van a
escuelas comunes (ver Demandan...), pero todas las fuentes reconocen una
tendencia creciente a la integración.
Frente a las diversas
posturas, Morales Gorleri, impulsora del debate en la Legislatura,
admite que “faltan herramientas para que la escuela común incluya a
todos los chicos” y que su prioridad, antes de avanzar con la ley, es
“encontrar caminos intermedios, lograr consensos”. Aunque no descarta
plantear cambios que “a largo plazo” contemplen la desaparición de la
escuela especial, la diputada subraya que “se debe respetar la libertad
de decisión de las familias”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario